Lo sucedido en Apple es la típica historia humana situada entre la picaresca y el esperpento.
Steve Jobs prometió regalar a todos los empleados de la compañía un iPhone. Y cumplió su palabra.
Hace poco tiempo, Apple tuvo que variar drásticamente su política de precios y prometió abonar 100 dólares a los primeros compradores del maravilloso (aunque algo caro) móvil.
Aquí es donde entra la picaresca: algunos empleados (exactamente 800) se hicieron pasar por primeros compradores y pidieron el reembolso de los 100 dólares. Imaginaros como debió de correr de boca en boca el “truco” por las oficinas Apple. Hasta el más tonto pensó que renunciar a un dinero tan fácil era una estupidez. Craso error.
El final de esta historia es que cuando la empresa se ha enterado del fraude, ha despedido fulminantemente a todos los empleados que participaron en él.
Casi parece una fabula digital, con final moralizante y todo.
Steve Jobs prometió regalar a todos los empleados de la compañía un iPhone. Y cumplió su palabra.
Hace poco tiempo, Apple tuvo que variar drásticamente su política de precios y prometió abonar 100 dólares a los primeros compradores del maravilloso (aunque algo caro) móvil.
Aquí es donde entra la picaresca: algunos empleados (exactamente 800) se hicieron pasar por primeros compradores y pidieron el reembolso de los 100 dólares. Imaginaros como debió de correr de boca en boca el “truco” por las oficinas Apple. Hasta el más tonto pensó que renunciar a un dinero tan fácil era una estupidez. Craso error.
El final de esta historia es que cuando la empresa se ha enterado del fraude, ha despedido fulminantemente a todos los empleados que participaron en él.
Casi parece una fabula digital, con final moralizante y todo.